sábado, 2 de mayo de 2015

LA SUSTITUCIÓN DEL LIBRO POR TABLETAS ES UN ERROR DEL QUE NOS ARREPENTIREMOS.

Tras el éxito de «Educar en el asombro», Catherine L'Ecuyer vuelve a sorprender a todos sus seguidores con «Educar en la realidad» (Editorial Plataforma Actual), un libro en el que se muestra crítica y aporta evidencias sobre una serie de mitos educativos para demostrar que es necesaria una mejor preparación para utilizar las nuevas tecnologías de forma responsable.

En una entrevista  realizada Catherine L'Ecuyer en el diario ABC, sobre la sustitución del libro por las table; Catherine dice:
La sustitución masiva del libro de texto es un error del que nos arrepentiremos en unos años. En Primaria, el uso de la tableta puede interferir con el aprendizaje de la lectoescritura. No es lo mismo la educación individualizada que puede dar una tableta, que la educación personalizada que solo da un maestro capaz de arrancar lo mejor de cada alumno. Si el fin de la educación es buscar la perfección de la que es capaz el niño, es preciso discernir de qué es capaz cada niño. Ese trabajo no lo puede realizar una herramienta digital, por muy buenos que sean el dispositivo y los algoritmos de sus aplicaciones, porque ese discernimiento requiere sensibilidad. Y la sensibilidad es profundamente humana, no digital. En vez de invertir en arsenal tecnológico, habría que invertir en bajar ratios y en formar y remunerar mejor a los maestros.

En su libro reconoce que está demostrado que la tableta motiva a los alumnos.

—Los estudios dicen que motiva más porque gusta más. Pero que a los niños les guste la tableta no es un criterio educativo. A los niños también les encantan las golosinas. La motivación que procuran esos dispositivos es una motivación para la diversión, no para el aprendizaje. La prueba de todo ello es que esa motivación externa no lleva a una mejora en los resultados académicos.

— ¿Y qué le diría a un padre preocupado por la educación digital para el futuro laboral de sus hijos?

—Un niño tarda 2 minutos en familiarizarse con una tableta, no necesita desperdiciar 10 años de su escolarización aprendiendo a usar una tecnología que probablemente no existirá cuando acceda al mercado laboral. Esos dispositivos están programados para la obsolescencia.

— ¿No ayudan al niño a ser protagonista de su educación?

—En una mente aún inmadura y que no tiene la cabeza bien amueblada, el que lleva las riendas ante la pantalla no es el usuario, sino la aplicación inteligente… En Silicon Valley, los altos ejecutivos de empresas tecnológicas llevan a sus hijos a colegios de élite que no usan ningún tipo de pantalla. Steve Jobs no dejaba que sus hijos usarán la tableta. Aquí, empieza a costar encontrar colegios que no usen esos dispositivos. En ese sentido, hay cada vez menos riqueza y diversidad en los enfoques y en los proyectos educativos.

—¿A que lo atribuye?

—El ranking de los 100 mejores colegios de España da 3 puntos a los colegios por digitalizarse. ¿Quién quiere quedarse sin esos puntos? Cuando un colegio subordina sus decisiones en función de «aparecer» o «subir» en los rankings, entonces deja de ser un colegio y pasa a ser un negocio. Hay que revisar los criterios de los rankings, así como el sistema de financiación de los colegios. No puede ser que los colegios tengan que recurrir al marketing para sobrevivir. La educación es algo sagrado, por lo tanto no debería nunca ser una arma política, ideológica, ni convertirse jamás en un negocio.

—¿Nos equivocamos los padres cuando ponemos Internet (y todo lo que ello supone) en manos de niños de temprana edad?

—En la infancia, las pantallas no son herramientas neutras porque tienen un efecto que la literatura llama «de desplazamiento». Mientras un niño está en internet está dejando de hacer mil cosas que aportan mucho más a su buen desarrollo. En esa etapa toca experimentar, tocar, sentir, ver la realidad, estrenarla en directo y, sobre todo, desarrollar virtudes que luego permitirán usar esas estupendas herramientas de forma responsable. El uso responsable de la conducción no se consigue dándole las llaves de un Ferrari a un niño de 10 años. Tampoco se consigue desarrollar la orientación espacial de un niño de 4 años jugando al escondite en un centro comercial de 40 mil metros cuadrados un sábado por la tarde. Antes de adentrarse en el mundo online, uno ha de tener la cabeza muy bien amueblada. Todo tiene su tiempo. La mejor preparación para el mundo online es el mundo offline.

—¿Se están convirtiendo las nuevas tecnologías en los nuevos educadores, robando el espacio a los padres?

—No podemos resignarnos a que «es una batalla perdida». Hemos de conseguir que la vida en tres dimensiones sea más atractiva para nuestros hijos que el mundo en dos dimensiones. Para que nuestros hijos recuperen su interés por la realidad hemos de darles oportunidades de belleza, cultivar su sensibilidad, fomentar las relaciones interpersonales, etc. Un niño que está 8 horas delante de la pantalla carece de esas oportunidades. Hemos de escuchar el grito silencioso de nuestros hijos, que nos piden atención. La atención es el termómetro del amor, es pura forma de generosidad.

EDUCACIÓN / CATHERINE L'ECUYER por LAURA PERAITA en ABC.es
Día 15/04/2015