sábado, 28 de septiembre de 2013

LOS HIJOS SON COMO LOS BUQUES.

Al mirar un buque amarrado en el puerto, pensamos e imaginamos que está en el lugar más seguro y protegido, por su fuerte amarre, en relación a todos los peligros que puede tener en su navegación en alta mar.

Sin embargo, sabemos que esta allí en el puerto, preparándose para zapar a la mar, pues para eso fue construido, en busca de su nuevo  puerto y destino que conquistara según la ruta y camino marcado. Ruta, que dependiendo de la fuerza de la naturaleza posiblemente tendrá que reconstruir, marcando nuevos rumbos para llegar a otro puerto que no era el pensado.

Una vez conseguido el destino se preparará para volver a su puerto de origen, donde será felizmente recibido por sus millas recorridas.

Así son los HIJOS. Tienen a sus PADRES, como puerto seguro, hasta que zarpan de sus brazos, para ser independiente en las inmensas aguas del mar. Y eso es así, por más seguro, protegido y bien mantenido  que puedan estar junto a sus Padres, tenemos que reconocer que los Hijos nacieron para surcar los mares de la vida, correr sus propios riesgos y vivir sus propias aventuras.

Cierto es que, los Padres pensaremos que llevan los mejores ejemplos de vida expresados por ellos, los conocimientos obtenido en su proceso de enseñanza. Pero sabiendo también, que lo más importante estará en el interior de cada uno, en el timón de su propio corazón que debe llevarle a lo más grande de esta vida que es ser FELIZ y hacer FELIZ a los demás.

Nadie puede trazar la ruta de los hijos. Lo que si podemos hacer es llenar su equipaje de valores como:

RESPONSABILIDAD, ESFUERZO, TRABAJO, CONSTANCIA, ENTREGA, HUMILDAD, SENCILLEZ, SOLIDARIDAD, HONESTIDAD, GRATITUD, GENEROSIDAD

Los Padres, lógicamente deseamos la máxima felicidad para nuestros Hijos, siendo consciente de que no podemos ser felices por ellos. La Felicidad de los Hijos consistirá en el ideal que ellos quieran buscar y a la vez con la certeza de estar navegando por el mar y rumbo adecuado. Por eso, los Hijos nunca deben depender de los bienes que los Padres alcanzaron en su navegación. Los hijos deben de lanzarse a la mar desde el puerto de sus padres en busca de su propia conquista.


¡Qué difícil es soltar los amarres del buque y dejar que el buque zarpe a la mar con su propio destino!

Sin embargo debo de reconocer que, el mayor y más grande regalo de amor que unos Padres pueden dar a sus HIJOS es su propia autonomía, su propio camino, su propia VIDA.

Buen viaje, Buen Camino HIJOS,  marcar el rumbo mejor para vuestra vida firme siempre en los valores que habéis cargado en el puerto de partida, el cual siempre tendrá el carburante necesario para emprender nuevamente el camino después del regreso.


Buen viaje, Buen camino HIJOS

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