martes, 1 de enero de 2013

TODO GRAN VIAJE COMIENZA CON UN PEQUEÑO PASO.


Comienzo el año, con las ilusiones y los proyectos que siempre  se marcan al comenzar un nuevo año. Entre ellos este blog, en el cual, quiero dejar mis reflexiones, sobre la vida, la educación, la formación, y especialmente sobre la necesidad de esa formación durante todo la vida.

Comparto hoy una preciosa historia que recibí hace tiempo y que marca un poco la esencia de este blog. Una historia que, refleja mis sueños y posiblemente los de aquellos que se atreven a luchar por sus sueños, con independencia de que finalmente los consigan o no.

Había una vez…

Una pequeña oruga caminaba un día en dirección al sol. Muy cerca del camino se hallaba un saltamontes.
-¿Hacía dónde te diriges?- le preguntó sin dejar de caminar.
La oruga respondió:- Anoche tuve un sueño. Soñé que desde la cima de la gran montaña yo miraba todo el valle. Me gustó lo que soñé y he decidido realizarlo.
Sorprendido el saltamontes le dijo a la oruga mientras se alejaba: -¡Tú estás loca! ¿Acaso crees que podrás llegar allí? Tú eres una simple oruga, para ti una piedra ya es una montaña y un charco, un mar; cualquier tronco, una muralla infranqueable.
Pero la oruga ya se había alejado lentamente y continuaba su marcha sin parar.
De pronto, la oruga oyó la voz de un escarabajo: -¿Hacía dónde vas oruga, tan decidida?
Sudando, la oruga le dijo jadeante: - Tuve un sueño que me gustó tanto que decidí realizarlo. Voy a subir a esa montaña y desde la cima contemplaré todo nuestro mundo.
El escarabajo no pudo aguantarse la risa, soltó una carcajada y le dijo: -Ni yo, con patas grandes, intentaría realizar algo tan ambicioso.
Y se quedó en el suelo, tumbado de la risa, mientras la oruga continuaba su camino, avanzando centímetro a centímetro.
De la misma forma que había encontrado al saltamontes y al escarabajo, la oruga se topó en su camino con la araña, el topo, la rana y la flor. Todos le aconsejaron desistir de su empeño: -¡No lo lograrás jamás! Estás perdiendo el tiempo. Sería mejor que te resignaras a ser una oruga. ¡Eres demasiado ambiciosa!
Pero dentro de la oruga había un fuerte impulso que la hacía seguir. Cansada cada vez más, agotada y sin fuerzas, hubo un momento en que se sintió morir y decidió parar a descansar y construir, con su último esfuerzo, un lugar donde pasar la noche.
-¿Estaré mejor mañana? – fue lo último que la oruga dijo, y murió.
Todos los animales del valle fueron a mirar sus restos. Ahí estaba el animal más loco del pueblo. Había construido como tumba un monumento a la insensatez: ahí estaba un duro refugio, digno de alguien que murió por querer realizar un sueño irrealizable.
Una mañana en la que el sol brillaba de manera especial, todos los animales se congregaron en torno a aquello que se había convertido en una advertencia para los atrevidos. De pronto, quedaron atónitos. Aquella concha dura comenzó a quebrarse y, con asombro, vieron unos ojos y unas antenas que no podían ser los de la oruga que creían muerta.
Una bella mariposa voló hacia la cima de la montaña y admiró todo el valle.

Texto extraído del libro “Aplícate el cuento” de Jaume Soler y Mercè Conangla publicado por editorial Amat.

FELIZ Y PRÓSPERO AÑO 2013.

No hay comentarios:

Publicar un comentario