lunes, 14 de enero de 2013

EL FORMADOR EN LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO

Dada la estructura educativa de nuestro país, no es posible hablar de un solo agente, ni de un único perfil, en esos agentes formadores, sino que estos varían dependiendo de los niveles educativos. Ya que, cuando hablamos de los actores de la formación, debemos de pensar en la participación de varios agentes o colectivos que actúan de alguna manera y con desigual implicación en todos esos procesos de formación.
Empezando por las Instituciones Públicas que, regulan normativamente las condiciones, procedimientos, competencias que se deben alcanzar en ese proceso de formación, además de establecer la financiación para su pleno desarrollo. Son también actores importantes en este proceso los agentes sociales que, desde sus estructuras demandan las ofertas formativas que la sociedad necesita. No podemos olvidar a los formadores, en cuyas manos dejamos la transmisión de conocimientos y la adquisición de capacidades y competencias por parte de los alumnos. Y por último los protagonistas directos del proceso formativo y destinatarios directos de las acciones formativas, los alumnos.
Grupos de actores que, a la vez se ven influenciados por su entorno social.
Pero como la tarea que, tenemos encomendada es analizar el perfil del agente formador de la formación, el cual a su vez también es diferente en cada uno de los nieles educativos de nuestro sistema. Paso en primer lugar, a realizar unas consideraciones generales del perfil del formador, para centrarnos después en el perfil del formador universitario, en función de la actividad anteriormente realizada.
Dadas las características del entorno actual (globalización, diversidad, creatividad, innovación, especialización) podemos describir ciertos rasgos comunes al formador independientemente de los distintos niveles formativos que el sistema ofrece.
El gran reto de los formadores actuales y futuros es de ser personas con gran estrategia de acción, capaces de anticiparse, descubrir, crear y adaptarse a las situaciones que se les presenten, aprovechando las técnicas y recursos didácticos aplicados en otras experiencias.
Independientemente del contexto en el que el responsable de formación desarrolla su actividad, debe atenerse, principalmente, a las siguientes funciones:
Docencia y formación, especialmente la asociada a la formación de  formadores.
Planificación y diseño de planes y programas de formación.
Dinamización-desarrollo-intervención.
Gestión-desarrollo-dirección de recursos.
Evaluación-acreditación de la formación.
Investigación-innovación.
Asesoramiento y orientación.

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